Harta de estar en casa, Ana se maquilla, se viste con colores de viuda y se encamina a hablar con su Lope, aunque termina siempre hablando con el joven que se le parece… ¿es esto real? Tras ventilarse con los Lopes, se vuelve a casa, dispuesta a encerrarse de nuevo, pero ve un mercadillo que le llama la atención. Allí habla con la monja encargada, que le propone ayudar para despejar la cabeza. Rebeca tiene otra idea para que pase el luto: un taller de collage. Pero en una discusión con la profesora, esta le dice que no hay más que ver su collage para saber que es una amargada.