Sin Aída, no hay Dios que dé un palo al agua en la familia de los García. Además, con esto de que Paz y Chema intentan ayudarles ellos no pierden la ocasión de aprovecharse. Mientras tanto, Mauricio y Machupichu tendrán que mantener la credibilidad de su boda gay, y Luisma y El Baraja jugarán con fuego.
Con su madre en prisión, Soraya se ve obligada a asumir la dirección y control de la familia García. Los distintos miembros de la saga, verdaderos especialistas en eludir las responsabilidades domésticas, no le serán de gran ayuda con las tareas cotidianas, por lo que agradecerá la ayuda que le brindan Chema y Paz.
Tras ser informado de la inminente visita de un inspector para comprobar la veracidad de su matrimonio con Machupichu, Mauricio busca desesperadamente una solución al problema. Finalmente, el dueño del Reinols acaba fingiendo estar casado con su empleado sudamericano en el apartamento de su hermano Tony.
Entretanto, Luisma y Barajas encuentran una pistola dentro de un cubo de basura. En un primer momento, ambos creen que se trata de un juguete hasta que el arma se dispara accidentalmente. En lugar de deshacerse de la pistola, deciden turnársela para jugar con ella.
Cuando Fidel descubre que varios amigos de Jonathan hacen la vida imposible a Aídita, decide ayudarla contando a Soraya la penosa situación por la que atraviesa la pequeña. Tras escuchar al joven atentamente, la primogénita de Aída toma una insólita decisión: poner a su hija a dieta.