Sólo era cuestión de tiempo que las dos grandes potencias del Mediterráneo, Cartago y Roma, entrasen en guerra. Las Guerras Púnicas fue un conflicto que enfrentó a estas dos fuerzas a batallas navales muy movidas que acabaron con la supremacía de Roma por esos mares. Durante ellas, el gran enemigo de los romanos sería Aníbal Barca y su familia, que atemorizó Italia durante más de una década. Después de estos conflictos llegaron otros, como las Guerras en Iliria o las Guerras Macedónicas, en donde los romanos, con la excusa de liberar Grecia del yugo de la Macedonia de Filipo V logró conquistar toda la Hélade. Mientras tanto, los partos de Mitrídates I se expandían como locos por todo Oriente Medio, comiéndose por el camino a los griegos del Imperio Seléucida de Antíoco III el Grande. Los últimos conflictos de Roma durante el siglo II a.C. fueron las polémicas reformas de los hermanos Graco para mejorar el reparto del ager publicus, acaparado por la aristocracia, y la división del Senado entre optimates y populares. Además, una nueva guerra comenzó en el Norte de África, esta vez con el Reino de Numidia de Yugurta, que acabó con el alzamiento de otro reformador: Cayo Mario.