Luisa Fernanda le pide a Carlos Eduardo que la ayude a salir del lío en que se metió y él comprende, divertido, que ella es sólo una chiquilla atrapada dentro de una de sus propias travesuras. Pero en la casa de Luisa Fernanda, Amelia, su madre, se entera del accidente y descubre aterrada que el hombre a quien su hija pretende demandar no es otro que Luis Alejandro Montero.