Claudia y Antonio, más sus dos hijos, Macarena y Diego, culminan la mudanza momentánea a su nuevo hogar, mientras esperan la aprobación de un crédito bancario que les permita acceder a la tan ansiada casa propia. Su morada colinda con una casa abandonada durante muchos años. Sin proponérselo, Claudia será la protagonista de un hecho inaudito, al servir de intermediaria entre una madre y su hijo, ambos presentes en distintas dimensiones.