Cuatro coches arden en el parking del colegio Anne Frank. Es la gota que colma el vaso. La situación es insostenible y Ester, la directora, no puede más. Si persiste, los padres acabarán sacando a sus hijos del centro, lo que supondría el cierre del colegio o, lo que es lo mismo, el fin del legado de la madre de Ester. Desesperada, acude a Hugo en busca de ayuda, un profesor algo particular. Aunque lleva muchos años sin dar clase, acepta con una condición: él pone las normas. Ester pronto descubre que no poner límites a Hugo también tendrá consecuencias.