Una excursionista aparece en el cuartel de la guardia civil para pedir ayuda: su pareja ha desparecido en el bosque. No deja de gritar. Rocío empieza a sospechar. La zona en la que la mujer y su pareja estaban acampados se encuentra al lado de donde apareció el cadáver de Salgueiro. Demasiada casualidad. Es imposible que Martín no sepa algo. Rocío se lanza en su busca, dispuesta a detenerle y llevarle de nuevo al cuartel. Sin embargo, el chico no ha vuelto a aparecer por el hostal y nadie sabe nada de su paradero. Mientras tanto, las visiones y pesadillas que sufre siguen aterrorizándola, hasta el punto de casi tener un accidente con el coche. Cree que es fruto de la presión y el cansancio y se lo cuenta a Antón, el sacerdote, que parece su único amigo en el pueblo. El cura no puede ayudarle con los episodios de ansiedad que está viviendo, pero tiene una idea con respecto a los extraños casos del bosque: ¿Ha intentado hablar con la loca que vive allí?