Tras la comparecencia de Mateo Zaragoza y Alvear ante el juez del caso Platinum, Huertas se declara culpable del gran desfalco, pero también acusa a Ramón Duperly, a quien señala de ser la cabeza de la estafa que terminó perjudicando al bufete Zambrano-Domínguez y Asociados. La inesperada confesión obliga a la defensa de Huertas, integrada por Nicolás y Adela, a armar una nueva estrategia.