Pablo recibe un préstamo de dinero de su suegro, Gonzalo Vallejo, el cual pretende invertir en la firma de abogados para ampliar su participación y estar en igualdad de condiciones con sus demás colegas. Antes de hacer dicha movida, habla con Adela a quien le cuenta de sus planes; la mujer le da el visto bueno a su iniciativa, pero al tiempo le hace una advertencia.