Verónica visita la ciudad de los zares y se adentra en su cultura. Allí, prueba los baños siberianos, muy típicos con las temperaturas bajo cero. Experimenta la manera de los moscovitas de sobrellevar el frío: gracias a su plato estrella, el borsch, que lo degusta en la Plaza Roja, y un típico menú a base de blinis y vodka. Conoce también, de la mano de una madre y su hijo, el Dorogomilovsky Market, y sus numerosas hortalizas frescas. Además, Verónica practica con sus anfitriones patinaje sobre hielo y elabora pelmeni (empanadillas rellenas) con todas las mujeres de una familia rusa. Por último, visita el Café Pushkin con su decoración del siglo XIX; y no se olvida de probar el caviar y la verdadera ensaladilla rusa.