Kike, más que instalado en casa de los Molina, sigue con su gran afición al juego pero está mal de dinero. Por eso buscará todo tipo de soluciones para salir del paso y participar en la partida de póker que lleva planeando desde hace tiempo en el bar de Curro. Mientras, África ayuda a sus sobrinos a preparar el cumpleaños de Ana, la pequeña de la casa. Los chavales llevan tiempo ahorrando para comprarle un buen regalo y de pronto todo ese dinero desaparece. Todas las miradas apuntan al tío Kike. Entre el dinero desaparecido, la situación de Luis, los líos de Kike y el cumpleaños de Ana, nadie se da cuenta de que Miguel, el hermano más silencioso, está más callado que de costumbre.