En la isla el ambiente está revolucionado. Para algunos de los supervivientes, Vicente no es un simple mago, sino que es un verdadero santo. Además, un extraño ser sale de la cabaña de los concursantes: una suerte de hombre primitivo, con taparrabos y todo. La llegada de una silla eléctrica a la isla se convierte en todo un acontecimiento. El Mago decide utilizarla para uno de sus trucos. Adela, por su parte, decide disfrutar del paraíso en el que se encuentra. Coge sus cosas y se dispone a pasar un día de playa, lleno de paz y tranquilidad.