Fran está harto de que nadie haga nada por él, por lo que decide que la próxima vez que regrese del trabajo alguien le deberá traerle sus zapatillas. Está claro que a Fran sólo le queda una posibilidad: su perro Pelos. En el primer intento Pelos sale huyendo, pero Fran no se rinde: el problema es que el perro no conoce sus zapatillas. Se las tendrá que enseñar para que reconozca su particular olor.