Pelayo regresa a casa después de unos días de viaje y vuelve con una sorpresa para Pati : se ha dejado barba y está encantado con su nueva imagen. Pati le ha echado mucho de menos y quiere verle sin pelos en la cara. Pelayo se empeña en conservar su barba; Pati, en que se afeite. Discuten y Pelayo se queda en casa de sus vecinos, los Camacho, a vivir. Fran y los niños acogen a Pelayo con los brazos abiertos cuando éste se convierte en el ama de casa ideal que jamás existió en el hogar de los Camacho. Pelayo limpia, cocina, ordena y les cuida a todos. El cabreo de Lola aumenta conforme se reduce la suciedad a su alrededor, mientras ella pierde puntos cada día en favor del vecino.