El gran terremoto de Alaska de 1964 aportó la primera clave científica para una nueva concepción de la superficie de la Tierra: la existencia de las placas tectónicas. Los científicos saben ahora que toda la superficie de la Tierra está en constante movimiento, y que alrededor del Pacífico, el suelo del océano se está deslizando hacia el interior del planeta y entre los continentes. Esto explica los terremotos que asolan las naciones del Anillo del Pacífico, desde Sudamérica hasta Japón.