rene no puede más. Tiene que atender la panadería que le dejó su marido al morir, pero además cuidar de su madre, Palmira, que tiene principio de demencia senil y de su hija Magda, una adolescente problemática. Para colmo Irene descubre que los papeles del negocio no están en regla y podría perderlo. Como a perro flaco todo son pulgas Julia, la otra hija, regresa a casa, recién separada y con tendencia a visitar todos los bares del barrio. Todo este estrés hará que Irene se pelee con todo el mundo, incluida su vecina Susana.